Saturday, July 2, 2016

The "L" train

Bajo al subte en Union Square, juntadero de locos, si lo hay.
Dos chicas iguales van de la mano, ambas preciosas con sendos afros. Me da preguntarme si de tan lindas, se habrán enamorado de sí mismas.
Otra chica tiene tatuadas en blanco y negro una serie de verduras (una cebolla, un brocoli, una zanahoria, un tomate,también veo un ananá pero no detecto otras frutas...quizás sea una receta?
En la estación un baterista se manda el solo de su vida con tachos de pintura y un saxofonista lo acompaña con fuerza. Temo por sus pulmones.
Llega el subte.
La chica de las verduras se sube conmigo. Un tipo lungo como los que solo hay acá, queda al lado mío. Se come las uñas y como es tan alto sus manos quedan a la altura de mis ojos y veo el brillo de la baba en los dedos y la imperfección de la mordida, como un serrucho.
Dos chicas están sentadas charlando animadamente de lo cool que quedan las verduras en la piel. Una de ellas me hace acordar a una amiga de la infancia a quien no vi más y se me antoja pensar que así debe lucir ahora. Quedo colgado en ese loop hasta que me doy cuenta que del otro lado parezco bastante jerop, porque la chica se cierra un escote que no escondía mucho, y que hasta ese momento, no había detectado.
Un poco avergonzado miro hacia otro lado y me encuentro con un moreno con dreads negros que terminan en un amarillo furioso, usando unos auriculares rosa fluo con luces audio rítmicas a modo de vincha, al lado de otra morena de unos 130 kilos con el pelo azul.
Llego a mi parada, la chica de las verduras baja conmigo. Me encantaría pedirle tomar una foto de su brazo, pero, con el recuerdo fresco de la chica pensando que era un degenerado, prefiero quedarme con las ganas. En realidad sé que tampoco me estoy perdiendo de tanto, al fin y al cabo, esto es NY.

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