Friday, October 14, 2016

Lucía

Espero cada viernes con ansias, me gusta el final de la semana, la alegría de sentir que tengo dos días para descansar, desconectarme y hacer un poco de nada. Comer, tomarme una birra (o dos), dormir una siesta (o dos) y así.
Cuando llega el viernes pongo algo gracioso en el face, como para celebrar. Pero esta semana no. Lo puse y lo borré. Hace unas semanas di de baja el cable y empecé a tratar de leer menos los diarios. Las noticias están, a mi entender, diseñadas para mantenernos en un estado de miedo continuo, de ansiedad e insatisfacción, con la consecuencia de hacernos desconfiar del futuro, del otro y de a poco ir desgastando los lazos de solidaridad, confianza y amor que nos permitirían una vida mas simple, sin necesidad de tanto consumo y diferenciación. Con menos, pero con mas.
Es una decisión de vida que considero un contrapeso necesario para la vida en el paradigma capitalista y citadino.
Pero hoy se me ocurrió leer el diario y me encontré con Lucía. Lo había visto, pero lo que leí de pasada era tan fuerte, tan horrendo, que tuve que pausar para poder continuar con una semana muy fuerte en lo personal, para dedicarme a resolver mis propios quilombos. Pero hoy no pude postergar esa lectura, lo tuve que hacer.
Desde que el hombre es hombre, nos vemos, como raza, dentro de una lucha de luz y oscuridad. El mundo, según muchas religiones y creencias, es un espacio de esa lucha, de ese combate entre fuerzas opuestas.
Agradezco cada día, el estar rodeado de buenas personas, de gente de bien que (como escribí también hace poquito) busca ganarse la vida, busca pasar buenos momentos, dar una mano y existir sin buscar mas que eso. 
Pero aparece lo indecible y cuestiona todo, porque ese es su fin. El Mal se presenta para hacernos dudar del Bien, para llevarnos para su lado, para arrastrarnos a la mugre, a la miseria, el miedo y la furia.
Y es entendible que eso suceda.
El desafío es que hacemos con esto que nos pasa después. Como sigue nuestra vida.
Imagino a la pequeña, literalmente muriendo de dolor y el fuego y la furia y la violencia me invaden. Pienso en su familia, en sus amigos, en la gente cercana y se que no puedo mensurar el daño que dejó por siempre en ellos y posiblemente en sus futuros hijos: los miedos, la rabia, lo roto.
Mientras escribo esto, tengo un nudo indesatable en la garganta. Estoy en mi trabajo, con los ojos llorosos y posiblemente me tenga que ir a dar una vuelta.
Pienso en venganzas imposibles, en que hacer con los monstruos que aparecen a recordarnos que también eso es parte de la naturaleza humana. Por supuesto que no son animales, el animal nunca daña por placer. No son aliens. Son la escoria de la sociedad, lo torcido, lo perverso. Son el Mal.
Hay quienes, dentro de las sociedades, son los encargados de lidiar con eso. Son los que fueron a limpiar Fukushima, esos que van a dejar la piel y el alma para que la radioactividad no llegue a mas personas. Ellos están preparados para lidiar con eso (que ni siquiera puedo poder en palabras).
Los sistemas son imperfectos y darán respuestas imperfectas. Nunca quedaremos satisfechos, aún cuando pudiéramos hacerlos pasar por lo mismo, porque no sería lo mismo hacérselos a ellos que a una nena de 16 años. No es lo mismo romper un vaso que está roto que uno que está sano. 
Como hacemos para seguir?
Habrá algunos que decidsan manisfestarse, congregarse a pedir algunos cambios en las leyes, en la aplicación, algunos pedirán pena de muerte, otros, no...
Mas allá de lo externo, creo que, además, es imprescindible curarnos, sanar las heridas que algo así nos hace a todos en el alma.
Es por eso que creo que haciendo un gran esfuerzo, es en estos momentos en los que debemos recordar el Bien, rememorar lo bueno, las buenas personas y sus buenas acciones. Recordar la risa y aprovechar que es Octubre y oler los jazmines. Tomar un jugo, una Coca. Comer un pedazo de torta. Y mientras hacemos todo esto, desearle paz y sosiego al espíritu de Lucía, a su familia, amigos y a nosotros mismos. Y seguir creyendo y seguir concentrándonos en hacer lo mejor posible, en no joderle la vida al otro, en trabajar la compasión y recordar que la compasión completa empieza por nosotros mismos. 
Y quienes jueguen un rol activo en el diseño y aplicación de las leyes, deberán hacer lo suyo.
No es mucho, pero es mucho mas que nada. 
El Mal no va a ganar, a menos que nos demos por vencidos. Vamos a tener que procesar esto como parte del desequilibrio en el que vivimos y usarlo como alimento para redoblar el esfuerzo de construir un mundo mejor desde nuestro lugar. 
Les deseo un lindo finde. No nos olvidemos de Lucía ni de todas las personas que sufren día a día en nuestro mundo. 

Paz.

No comments:

Post a Comment